miércoles, 4 de enero de 2012

Leyendas para entretener 1ª

Leyendas de:

Todos los países tienen sus músicos que presentan como emblema nacional, Argentina a Carlos Gardel y Lepera, México a Agustín Lara, Puerto Rico a Rafael Hernández, EE.UU. a George Gershwin, Brasil a Villa-Lobos y Tom Jobín, España a Manuel de Falla, Austria a Johann Strauss, y Mozart, Alemania a Beethoven, Polonia a Chopín. Cuba tiene el privilegio de contar con muchas figuras de alcance mundial: Eduardo Sánchez de Fuentes, Antonio María Romeu, Miguel Matamoros, Ignacio Piñeiro, Arsenio Rodríguez, Pérez Prado, Enrique Jorrín, pero es el gran Ernesto Lecuona un verdadero monstruo sagrado, uno de los grandes reyes de la música cubana, para algunos el compositor más difundido de Cuba en el mundo. Pero Ernesto no fue solamente un compositor de éxito, fue un promotor de nuestra música y un pianista sensacional.

Lecuona pianista

Leo Brouwer dijo de Ernesto: “Lecuona, fue un pianista soberano, pero, por encima de ser el mejor pianista, quiso ser el mejor compositor de su tiempo en las obras que hacía y logró tanto como se propuso”.

En el documental Lecuona, de Oscar Valdés, Leo declara:

Ernesto puede ser que, para las generaciones más nuevas, no sea un a referencia cercana, amada y querida; pero para el mundo sí lo es todavía. Lecuona trasciende y tiene una honda significación para la cultura nacional, sin dudas y la seguirá teniendo. Fue un músico genial, con una maestría en sus composiciones. Hay un elemento común para todas las obras de Ernesto y es que para interpretarlas, hay que tocar mucho piano, hay que ser un verdadero pianista. No es un pianismo fácil y además es brillante, siempre y con una gran belleza. La cosa poética de Lecuona y la belleza melódica de él van a perdurar.

Adolfo Salazar en Madrid catalogó a Lecuona como “un pianista fabuloso, perfecto. ¡Esto es más que piano!...”

Orlando Martínez considera que:

…las condiciones innatas en Lecuona eran sobrenaturales, manos fuertes y ligeras a la vez, eran como garras de león, pero envueltas de seda; fuertes y ligeras a la vez, que enardecen o arrullan, capaces de matices delicados y de sonoridades tempestuosas. Eran grandes, sin exageración, pero eran bellas. Sus dedos firmes, pero suaves y elásticos. La flexibilidad de las muñecas parecía responder a un resorte de goma. Por eso tenía unas octavas privilegiadas, aparte de su natural extensión.

Martínez dice que Lecuona fue el único compositor cubano moderno que llegó a ser una estrella del piano, “y eso le ayudó en forma decisiva a dar a conocer su música. Ernesto se dedicó esencialmente a tocar su obra, quiso ser un pianista único. Lecuona fue el más grande pianista auto intérprete que ha tenido Cuba”.

Se ha dicho que Lecuona fue operado entre los dedos pulgar e índice de cada mano, para aumentar su alcance en el piano, pero ese es leyenda, eso comprometería el buen funcionamiento natural de las manos de cualquier ejecutante. Cierto que Ernesto fue operado en 1933 por haberse cortado el tendón flexor del pulgar de la mano derecha al partírsele una llave de losa en el baño. De ahí quizás proceda la leyenda. Lecuona poseía un alcance natural extraordinario, de ahí que muchas de sus obras sean muy temidas, como Malagueña, Funeral, Ahí viene el chino, ¿Por qué te vas?

Eduardo Sánchez de Fuentes escribió que:

Lecuona posee un malabarismo técnico que solucionan los más difíciles problemas de la técnica del piano. Uno de los factores más importantes en el arte pianístico fue su sonido inconfundible, su tono. Pocos artistas del teclado han podido igualarlo en ese aspecto. Atacaba siempre las notas con la intensidad necesaria según el pasaje, pero jamás oscurecía el terciopelo de su “touché”. También tuvo un don especial para los adornos rápidos, ya fueran en notas sencillas o en octavas, y los usaba constantemente al interpretar su música. Su fraseo y su ligado eran los más perfectos que pueda concebirse en el piano. Las interpretaciones de su propia música eran el tormento de sus admiradores, pues las hacía diferentes a como están escritas, por la cantidad de matices y detalles que les agregaba, y muy a menudo variaba de un a interpretación a otra. Artista verdadero se dejaba llevar por la inspiración del momento.

Personalidad

Lecuona tuvo una personalidad magnética, dotado de atractiva figura –alto, erguido, fuerte-, era arrogante, con una rara atmósfera de misterio, con glamour, pero sin pedantería. Poseía ojos expresivos, risa fácil. Vestía de buen gusto y sencillez. Caminaba sin prisa. Fumaba sin cesar, aunque no tomaba bebidas con alcohol. Coleccionaba obras de arte del Asia y de muchos otros continentes.

Era simpático, fino y cariñoso, pero no se prodigó socialmente, no asistía a actos públicos; ni siquiera a conciertos, era muy reservado, detestaba el gentío, gustaba más de las reuniones íntimas, donde reía con amplitud, se mostraba más comunicativo ante personas de su confianza, con las que jugaba dominó, escuchaba hablar a sus amigos a los que hacía alardes de su cáustica ironía. En esas reuniones a veces era capaz de escribir música mientras conversaba.

Era bastante impermeable a la crítica adversa, se burlaba de muchos valores que le negaba. Tenía un concepto muy claro de sus propias fuerzas y limitaciones. Sabía hasta dónde podía llegar y se sentía tranquilo. Rechazaba las murmuraciones y maledicencias del ambiente artístico. Fue el músico cubano que más fortuna obtuvo, fortuna que derrochó, le gustaba malgastar, aunque llevó una existencia sencilla en su casa. Vivía en soledad, con recogimiento y serenidad, le gustaba disfrutar en contacto directo con la naturaleza, dedicaba horas a la jardinería y a criar aves, contaba con un pequeño zoológico. Poca gente lo trató en su intimidad. Contaba con un ayudante negro, Justo Cedeño (África), adoptado desde los trece años.

Valoraciones

Lecuona, a pesar de sus valores reconocidos internacionalmente, fue incomprendido por algunos “musicólogos”, en aquellos tiempos existía en Cuba muy arraigado el concepto europeísta (eurocentrista), para ellos el mundo de la música popular no era realmente considerado.

El especialista de música del ICAIC José Galiño me dice: “Yo creo que lo que le sucedió a Lecuona es que esos músicos rivales nunca le perdonaron que fuera tan popular y tan famoso, como es el caso de Pérez Prado”.

Hay algunas valoraciones sobre Lecuona que son dignas de publicar en días como hoy: una de ellas pertenece a Adolfo Salazar (considerado el mejor musicólogo de su tiempo). Salazar publicó en El Sol de Madrid, en 1932:

Su técnica es una oportuna combinación de lo tradicional con lo más netamente moderno. Es decir, una música que parte de lo popular, busca la popularidad, es fácilmente accesible y sabe guardarse de caer en lo populachero. Es uno de los melodistas más grande que ha dado el mundo.

En 1955 el crítico Antonio Quevedo publicó algunas opiniones de un inglés diplomático relacionado con musicólogos:

Ustedes tienen un genio de la melodía y el ritmo que no existe en Europa, si tuviéramos un Lecuona estaría sostenido por el Estado. Pregunte a cualquier inglés por Siboney, María la O, La comparsa, Malagueña, etc., y verá cómo la canta a su manera. Dudo que tengas ustedes otros músicos de esta categoría en lo popular y típicamente cubano, pero en Inglaterra no lo conocemos; en Francia tampoco. Esta música de Lecuona es única, típicamente nacional, es lo más genuina representación de Cuba. Ese deje sabroso de los bailecitos campesinos, los cantos de trabajo, la cadencia del lenguaje, la vida callejera, están admirablemente plasmadas en la música de Lecuona. Es la esencia del hedonismo criollo del sabroso “cubaneo”. No hay país en la tierra que pueda igualar a Cuba en cordialidad, generosidad y don de gentes de sus naturales. Pues bien, estas cosas son las que refleja la música de Lecuona. Es cierto lo que me dijo Manuel de Falla: que la música popular cubana era única en el continente y sus valores rítmicos inimitables.

El catálogo de obras de Lecuona es descomunal, Odilio Urfé me dijo que solamente en canciones el maestro contaba con más de 480 obras. Su repertorio abarca desde baladas, barcarolas, berceuse, boleros, guajiras, bahiana, balalaika, canto (indio, karabalí, negro, tropical), mosaicos (popurrit), caprichos, criollas, concierto, congas, couplet, danzas afro, danzas españoles, fado, fantasía, fox-trot, two-steep, guarachas, gavotas, habaneras, himnos, marchas, temas infantiles, mazurkas, lamentos, lied, sones, pasodobles, plegarias, pregones, preludios, poemas sinfónicos, rumbas, romanzas, tangos, habaneras, suite, valses, jotas, comedias líricas y musicales, óperas, operetas, sainetes, revistas. Las grabaciones y versiones son incontables. (Orlando Martínez)

Con toda esta obra Lecuona ha sido colocado entre los colosos de la música al nivel de George Gershwin, Villa-Lobos, Johann Strauss, Franz Lehar, Manuel de Falla y otros clásicos.

Ernesto trabajó durante seis décadas en la música, nunca estuvo de espaldas al pueblo, desde los doce años de edad se vio obligado a tocar en cines de barrio, por tres duros (pesos españoles). Se cuenta que desde su cuna, a los cuatro días de nacido una negra limosnera africana muy anciana se le acercó a contemplarlo y le profetizó estas palabras: “¡Dios te bendiga, genio!”

Hoy cuando se habla de la música cubana, hay que mencionar a Ernesto Lecuona, clásico-popular de la música cubana.

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